domingo, 29 de agosto de 2010

¿Reforma agraria?

Los Problemas del Campo Colombiano son acuciantes. La economía rural está mal. La agricultura no ha podido despegar

Por: Alejandro Gaviria (PhD)
Decano de la Facultad de Economía de la Universidad de Los Andes



Creció a una tasa apenas superior a dos por ciento durante la última década. Más parece un vagón de tercera clase que una locomotora. Adicionalmente la pobreza rural es alarmante. Dos terceras partes de los residentes en zonas rurales son pobres. El ingreso promedio de un trabajador no llega a los 350 mil pesos mensuales. Muchos jóvenes campesinos prefieren el desempleo a un empleo mal pagado como jornaleros o trabajadores agrícolas. En general, el principal problema del campo no es la desocupación: es la pobreza o los malos empleos.
El debate sobre los problemas del campo ha vuelto a un primer plano. El nuevo gobierno ha abierto un espacio para la discusión y el análisis. Tal como sucedió hace 50 años, la necesidad de una reforma agraria, de una redistribución de la tierra, acapara buena parte de la atención de los analistas y la opinión pública. Hoy, como entonces, como en el histórico debate entre Carlos Lleras Restrepo y Lauchlin Currie, los méritos de una reforma agraria siguen siendo debatidos. Y debatibles.
En octubre de 1960, en Montería, en medio de los aplausos de miles de campesinos, Carlos Lleras Restrepo defendió con vehemencia los méritos de una ley agraria. “Creo ya estar un poco viejo, un poco maltrecho por los años y las dificultades, pero no resisto la tentación de volver en unos años a estas tierras de Córdoba, cuando se haya aplicado la ley agraria a ver si esta comarca se ha transformado y si puedo saludar al campesino a la puerta de un hogar propio, trabajando en una parcela propia, con dignidad y sin los problemas que le han sido comunes”. La reforma agraria, pensaba Lleras, solucionaría el estancamiento de la agricultura y el empobrecimiento rural, mediante la creación de una economía campesina dinámica, una locomotora hecha de miles de pequeñas unidades capaces de producir eficientemente y de unir fuerzas en cooperativas o asociaciones de productores.
En 1961, el economista norteamericano Lauchlin Currie presentó una visión alternativa, opuesta a la visión romántica, casi bucólica, de Lleras Restrepo y sus discípulos. Currie abogó por el aprovechamiento de las economías de escala en las zonas planas y la migración de campesinos a las ciudades en busca de empleos mejor remunerados en la industria y la construcción. Cincuenta años después, los empleos urbanos ya no están en la industria, sino en actividades menos productivas en los sectores de servicios y comercio. Currie no previó el agotamiento industrial. Pero su defensa del capitalismo agrícola, de una locomotora basada en explotaciones de una mayor escala y unos mayores niveles de mecanización sigue teniendo vigencia.
Probablemente una reforma agraria sea la única forma de acabar con algunos reductos semifeudales que aún existen en Colombia. Pero no va a resolver los problemas del campo y la agricultura. Existen otras prioridades: la restitución de tierras a los desplazados, la reorientación de las ayudas estatales hacia la provisión de bienes públicos (vías de comunicación, infraestructura de riego, capacitación técnica, etc.) y la promoción de actividades rurales no agrícolas. Cincuenta años después, no parece conveniente agotar todos los ímpetus reformistas en un nuevo intento de reforma agraria.

domingo, 15 de agosto de 2010

Agricultura sostenible - Llanos Orientales Colombianos

Por Nick Israel - (Ingeniero Industrial, Haitiano-Residente en Villavicencio)

La agricultura es por definición el resultado de una fuerte interacción entre el hombre y su medio ambiente. Miles de años de aprendizaje (millones para los evolucionistas) en diferentes tipos de suelos y climas, culturas y organizaciones sociales han hecho conjuntamente con la química, el estudio de la genética y la mecanización una oportunidad para sacar mejor provecho del ambiente, pero también han causado un daño irreparable sobre la biodiversidad, el agua y el suelo que se traduce en el efecto invernadero que conocemos.

La agricultura mundial experimenta cambios profundos: abundancia de alimento para algunas y hambre para otros, es decir el impacto esperado sobre el famoso cambio climático. En el llano tenemos de ambos mundos: incipiente agricultura orgánica en unos, ensayo de fertilizante biodegradable en otros, pero maquillan la realidad del desprecio que tenemos sobre las consecuencias de nuestros actos de hoy sobre el futuro de la agricultura.  Agricultores de países emergentes han lanzado una nueva carrera a la productividad agrícola teniendo en cuenta el agotamiento de los recursos del suelo, agua, la resistencia a las técnicas convencionales de protección de cultivos contra plagas, etc. Están usando la evolución genética light mediante la cual modifican las plantas para resistir escasez de agua, plagas y, lo más importante, para quintuplicar la producción. Detractores no le han faltado, en especial a la clonación, pero de una u otra forma el mundo llámese África ecuatorial sub-sahariana, sureste asiático y en menor medida países del Caribe la recibirán con los brazos abiertos porque quita el hambre.

Con poco más de 85.000 km2, 80% aptos para agricultura y ganadería de calidad, el Meta está en la encrucijada: ¿cómo alimentar a su población y seguir siendo la despensa de Bogotá? En almacenes de cadena de Villavicencio, la libra de carne fina es imposible para el bolsillo promedio: unos $14.000, lo mismo que en Paris, Manhattan o Tokio. Con el precio del arroz y de la leche por las nubes -no importan la o las justificaciones- creo que debemos empezar a invertir en cultivos modificados genéticamente. Los estudiantes de agricultura de la Unillanos deben poner este tema sobre la mesa. El llano deberá mirar esta alternativa en un futuro próximo, que lo quiera o no.

domingo, 8 de agosto de 2010

Nuevos Protagonistas del Sector Agropecuario - Colombia


Por:RUDOLF HOMMES (Ex-Ministro de Hacienda y Crédito Publico-Gobierno Gaviria)

Santiago Montenegro organiza una tertulia que se lleva a cabo en la mansarda de la casa que fue de Carlos Lleras, con el patrocinio de la rectoría de la Universidad Jorge Tadeo Lozano. A estas invitan a expertos nacionales o internacionales a discutir temas relevantes de actualidad con los contertulios. A la última asistieron Álvaro Balcázar y Alejandro Reyes para hablar sobre el sector agropecuario colombiano, el manejo territorial, el problema de tierras, la protección agropecuaria y su incidencia sobre la nutrición y la pobreza. Entre los concurrentes, fuera de los habituales, se encontraba el ministro de Agricultura Juan Camilo Restrepo. También Domingo Cavallo y Carlos Eduardo Vélez, que hicieron aportes valiosos a la discusión.
Lo más novedoso de este evento es que se están gestando muy buenas ideas sobre el desarrollo agropecuario y las fallas de la política agrícola; ideas modernas que se apartan del modelo gremial, con alto grado de aceptación por parte de la izquierda y de la derecha, a nivel intelectual, pero al margen de los grupos de presión del sector. Esto genera la esperanza de que por primera vez, en años, cambie la economía política y se formule política agropecuaria en forma independiente, basándose en las necesidades de desarrollo del área rural colombiana y del país, no sólo en los intereses económicos de los gremios de productores y de los terratenientes.

En la presentación que hizo Alvaro Balcázar, sostuvo que uno de los grades errores de la política para el sector -que ha impedido su desarrollo- ha sido destinar cuantiosos recursos públicos a pagos que reciben los productores privados en forma de subsidios o a apoyarlos vía crédito 'de fomento', cuando lo que hacía falta era invertir en bienes públicos que beneficiaran al ramo y promovieran la producción y la productividad.

En otras palabras, que la plata que se ha gastado en programas como AIS o la 'Ley Quinta', por mencionar sólo dos, hubiera estado mucho mejor empleada en proyectos de infraestructura, investigación y asistencia técnica para los agricultores, en formación de capital humano a nivel rural o en sostenimiento de dicho capital ofreciendo servicios de salubridad, agua potable, capacitación y bienestar social para los trabajadores y sus familias.

Este error se hace más crítico si se subsidia la producción de bienes que no son aptos para ser cultivados localmente, como algunos granos, porque son para otros climas o geografías, y porque no sólo se aplican mal los recursos, sino que se destinan a preservar cultivos que no tienen razón de ser, y cuyos productores presionan políticamente al Estado para que los proteja. Como se trata en casi todos los casos de alimentos, la protección que se les otorga al valor de la canasta de consumo (y el de la tierra), se convierte en una política regresiva que afecta mucho más a las familias de menores ingresos. Los subsidios y la protección tienen un doble efecto negativo sobre la distribución de ingresos, de riqueza y de oportunidades, porque las ayudas les llegan a los ricos y no a los pobres, y la protección les pega más duro a estos últimos que a otros consumidores y limita las oportunidades de los niños de estas las familias.

Si el Gobierno que recién comienza logra liberarse de los grupos de presión que han dictado tradicionalmente la política, es posible que logren convertir al campo colombiano en una 'locomotora de desarrollo', como lo han anunciado.